Lectura del libro de Arcade Fire, versículo Reflektor – 7

Saulo de Tarso solía perseguir a los cristianos hasta la muerte. Hasta que un día, en el camino a Damasco, una luz brillante lo rodeo y lo hizo dar un giro de 180 grados para convertirse ni más ni menos que en en el Apóstol de las Naciones, el mismísimo San Pablo.
Este preambulo bíblico es tal vez la mejor analogía de como me veo “reflejado” en mi sentir hacia una banda Canadiense a la cual he despreciado desde la primera vez que los topé, en el festival de Coachella del año 2005: Arcade Fire. En aquel entonces los vi pasar a dos pasos de distancia enfrente de mi cargando sus instrumentos musicales a través del Polo Field rumbo al escenario en el que se presentarían prácticamente como unos totales desconocidos (y no las superestrellas “indie” que son ahora). Su espectáculo en ese entonces me dejo tan mal sabor de boca que no dejaría de hablar mal de ellos y su irritable estilo de chillar las canciones infantilmente por los próximos 8 años. No importaba si David Bowie o James Murphy (de LCD Soundsystem) los alababan y hacían colaboraciones con ellos, la imagen de unos chamacos gritando desafinados como ellos solos y colgándose como monos capuchinos del escenario no me quitaba el mal sabor de boca.

Y he aquí, hermanos míos, que en Septiembre del 2013, y después de una serie de campañas virales que nunca entendí, esa luz en el camino de Damasco se presentó ante mis ojos en la forma de ‘Reflektor’, el más reciente sencillo de los niños cantores de Montreal. Fue precisamente la voz de Dios Padre (David Bowie) y el Espíritu Santo (James Murphy) quienes me hicieron dar click al link que anunciaba la nueva canción bajo una ligera esperanza de escuchar algo distinto. Y vaya que lo fue.

La influencia de Bowie en ‘Reflektor’ se nota mucho más allá de los coros que hace por ahí del minuto 5  (los 8 minutos de duración ¡no se sienten como tal!). Hay trompetas, hay muy bien trabajadas líneas de bajo. Hay un sentimiento festivo y a la vez lúgubre que te hace mover el pie al beat de la música. James Murphy maquinando que cada 4 compases ocurra algo nuevo. La voz de los Fuego de Maquinita ya no son gritos/chillidos de niños buscando atención, suenan más a sus parientes lejanos de Europa que al mainstream Americano. Hay un equilibrio músico-vocal que nunca logré encontrar en los sencillos de sus producciones pasadas (Funeral, Neon Bible, The Suburbs) y que me hace incluso desear escuchar el disco completo cuando sea lanzado en Octubre próximo.

El video también tiene elementos que confieso me atraparon, como las máscaras gigantes estilo mojigangas y el disfraz del hombre “Reflektor” un tanto a la Storm Thorgerson. Esos pequeños-grandes elementos surrealistas que hacen buen maridaje con un par de versos en francés (“Entre la nuit, la nuit et l’aurore. Entre le royaume, des vivants et des morts“) ciertamente me han hecho volverle a dar click al video más de una docena de veces.

Si bien no pienso escribir cartas a los Corintios ni a los Gálatas ni a los Filipenses al respecto (tal vez sólo un par a los Peorianos), sí creí conveniente escribir esta reseña como una muestra de humildad y aceptación al cambio. En estas épocas de ayuno musical, un sencillo bien hecho y derecho siempre se agradece.

Palabra de Rodans.

Words: Homo Rodans

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