No es fácil reinventarse después de 30 años. Existen artistas, que ya sea por autocomplacencia, por falta de talento o por necedad de los fans, siguen regodeándose en el mismo estilo y las viejas glorias.

Existen, por otro lado, artistas como Robert Plant, que pudiendo “dormir en sus laureles” y dedicarse a vivir de los recuerdos, nunca han caído en la tentación de la nostalgia, y han logrado mantenerse vigentes e innovadores a lo largo de su carrera.

El más reciente trabajo de Plant, Lullaby and… the Ceaseless Roar es un excelente ejemplo de un trabajo bien logrado que combina experiencia, talento y entusiasmo por la música.

Es un viaje a través de sonidos de banjo, djembe, tabal , riti, que mezclados con los instrumentos clásicos del rock, logran una combinación sonora que además de todo, es dulce como un arrullo, haciendo honor al título del disco.

Top tracks del álbum: ‘Little Maggie’ alegre y divertida, ‘Embrace another soul’ nostálgica y dulce, con destellos de poder, ‘Somebody there’ una bonita y esperanzadora canción de amor, ‘Arbaden (Maggie’s Babby)’ es una mezcla de ritmos que vale la pena escuchar.

En tiempos en que está de moda ver a bandas de adolescentes pretendiendo ser Led Zeppelin, vale mucho la pena escuchar este álbum, y saber que el futuro de la música no está en el pasado, sino en la constante experimentación y reinvención.

Texto: Claudia Ramírez

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