A la redacción de este Cuchitril de Sitio Web (TM) han llegado una serie de notas en formato de diario de una tal Jean. No sabemos quién sea ella en realidad, pero venían acompañadas de unas fotos bastante preciosas. Tal vez encuentren ustedes en estos escritos algo con lo que se identifiquen.
02/06/06
Como siempre sucede, llega un momento en el que por más chido que estés no puedes evitar tener conciencia de que esto no eres tú. O sí eres tú, pero un nuevo tú que tiene que regresar a la vida normal y recuperar lo que todavía está en tus manos.
Con esto en la cabeza y la inquietante sensación de que puedo ser una carga o molestia para Oliver, caminé a Plaza Caracol bajo un terrible, terrible sol con toda la intención de salir de aquí lo antes posible.
Acostumbrada a no consultar nada con nadie, a hacerme cargo de mis asuntos y ser fuerte con mis decisiones, quería regresar ya. Yo lo quiero todo y lo quiero ya, y generalmente estoy acostumbrada a conseguirlo. Solo tengo paciencia con los libros, porque los libros son tan importantes para mi vida. [Nota mental: conseguir libros de W. Faulkner ya que Borges lo recomienda tanto.]
Pero, oh sorpresa. No estoy en mi pueblo y tengo que adaptarme a lo que hay, no a lo que quiero. Y bueno, no está mal. El destino es extraño pero casi siempre está a mi favor.
Luego vi a Oliver, y cuando le dije que ya tenía el boleto de regreso, se sorprendió y me dijo “¿Cómo? ¿Para cuándo? No me digas que te vas ya…” y se tranquilizó e incluso se alegró cuando le dije que era para el lunes, lo que me alegró y me tranquilizó a mí, porque vi que mi paranoia me estaba jugando una mala pasada y que no, no le causo molestias al Oli-sex y está en cierto modo a gusto con mi estancia aquí, y la ayuda que le puedo dar a él y a su hermana en el trabajo.
So, fuimos a cenar y aprovechando la existencia de Restaurantes California pagamos nuestro buffet de mucha comida y chelas.
Es bien chido tener con quién hablar mientras comes. Llevo mucho tiempo haciendo muchas cosas sola, y a veces se me olvida el placer de una buena conversación de sobremesa. Además, al lado del mar y con la puesta de sol es todavía más chido.
Hablar de libros es una de mis grandes pasiones, tener algo que aprender de mi interlocutor también. Me gustó una frase que se le salió a Oliver un día, sobre que para qué discutes con alguien que es como tú, que mejor lo hagas con alguien a quien le gusten otras cosas o tenga otros puntos de vista (refiriéndose a libros, música, arte, etc.)
Es chido porque eso es como ser iguales siendo diferentes. Aparte de que te da cierto sentimiento de pertenencia. Por ejemplo, hablamos de Lovecraft y a mí me apasiona por inmenso y cósmico (y porque estando cerca del mar pienso en Innsmouth y Cthulhu), y a él por el hecho del terror puro y las varias dimensiones.
Es una pena que nuestro país, nuestro pueblo, esté pésimamente educado y no lo lea, y aún si lo leyera no le gustaría porque cómo entender el concepto de varias dimensiones, geometrías imposibles y cosas raras cuando apenas saben leer y los ha educado la tv y el gusto por Rebelde. Y esa es la parte fea/triste de la historia, que la cultura está tan lejos de todos nosotros, que cuando no conoces ese algo especial que despierta en ti esa necesidad de saber, no puedes crear esa misma necesidad.
Por supuesto que debe haber muchas personas que sean sabias sin necesidad de estudiar, pero, ¿dónde están? ¿Así nacen? ¿Cómo aprenden? ¿Qué es lo verdaderamente importante saber?
Esa pregunta se la hace Don Juan (el de las enseñanzas) a Castañeda, y todavía no sé la respuesta.
Lo que sí sé es que no importa lo que aprendas. Lo que importa es que seas feliz.
Palabras e imagen: Jean.